Un día y medio en Lisboa
Tras conocer a José María a través de las redes hace ya algún tiempo, el año pasado ya me dejó caer la posibilidad de hacer un viaje a Lisboa para acudir a la final de Taça de Portugal. Aquella propuesta me enamoró, pero en ese momento no tuve tiempo material para preparar la aventura con todo lo que conlleva.
Nunca había estado nunca en Lisboa ni más allá de ver imágenes del Estádio de Jamor en videos de Youtube de finales acontecidas en el pasado, siendo este un lugar de culto para el fútbol portugués.
Ganas todas y una ilusión enorme por acudir al evento.
Este año la propuesta ya la tomé en consideración con la posibilidad de acudir con acreditación para informar desde el lugar como medio de comunicación. Acepté y me puse a la faena de preparar un viaje más que deseado. La misma semana de la final me llegó la confirmación por parte de la “Federação Portuguesa de Futebol” en el que me informaban que había sido denegada la acreditación, con lo que los planes fueron ligeramente trastocados, pero José María me había preparado un menú interesante para el día de marras.
25 de mayo de 2024. Día anterior a la final. De Valladolid a Lisboa. Una aventura. En mi cabeza estaba el recuerdo de que todavía circulaba el mítico tren nocturno de París a Lisboa con parada en la estación de “Campo Grande”, pero aquel “comboio” pasó a mejor vida. Lo que parecía un viaje del tirón y con comodidad pasó a otro nivel.
La segunda opción fue el bus. Ruta por Portugal. 12 horitas de viaje con sus paradas y transbordos. La ida de Valladolid a Salamanca, de aquí a Guarda y por último a Lisboa. Una aventura para llegar a la capital lisboeta después de haber partido de Valladolid a las 8 de la mañana y llegar a las 8 de la tarde horario portugués al “Terminal Rodoviario de Sete Rios”.
Tras llegar al alojamiento después del agotador viaje, un poquito de merodear por la zona de la “Estação de Santa Apolónia” y descanso. Expectante a la espera de conocer a mi querido José María con el que había tenido unas cuantas horas de WhatsApp pero al que no conocía en persona. Nos conocimos por fin. Como suponía, un encanto de persona.
Ya el día siguiente nos pusimos manos a la obra desde temprano. Uber en Santa Apolónia y camino a un centro comercial cerquita de Jamor. Aproximadamente media hora de viaje en el que nos quitábamos el aire hablando sin parar de lo que nos apasiona.
Llegamos al lugar y tras cinco minutos de espera hizo su aparición Jesús Seba, adjunto a Roberto Martínez y en labores de scouting de la Seleção. Un tipo con una cercanía que hizo que, ante su presencia, por lo que significa en la actualidad y por lo que fue en el pasado, me sintiera como cuando estás de charla con alguien que conoces de toda la vida y que estás deseando escucharle con la atención que requiere.

Ante unas fantásticas torradas y unos cafés de nivel superior, estuvimos cerca de dos horas en la que yo escuchaba ojiplático de primera mano todo lo relativo al estado de la actualidad del fútbol portugués, la Seleção, el sentimiento de pertenencia de los jugadores hacia su nación, la evolución de los jugadores de unos años a la actualidad en aspectos táctico, técnico y físico, y la trayectoria del propio Jesús Seba en su época de jugador en las etapas en Chaves y en Beleneneses en las que nos contó vivencias de una época fantástica.
Un crack en todos los aspectos. Yo a sabiendas de su orgullo como aragonés le estuve hablando de mi época viviendo en ese lugar maravilloso como es Zaragoza, de lo acogedor y calor de sus gentes, lo cual lo refrendó el propio Jesús en este encuentro.
De ahí al mítico Jamor donde se podían observar a los adeptos de ambos equipos transitando por las vías anexas con el ambiente de un encuentro lúdico festivo, más allá del correspondiente al de un encuentro de rivalidad entre dos de los grandes de Portugal.
Llegar a la entrada del recinto donde se encontraban departiendo las aficiones y disfrutar de una nube futbolera donde se preparaban desde primera hora para disfrutar del intenso día. Movimiento de adeptos por sus zonas marcadas, lugares de juegos de los respectivos patrocinadores del evento, barbacoas, y todo dentro de un respecto absoluto entre ellos sin ningún tipo de incidencia.
Espectacular.
No tuve la oportunidad de acceder al propio “Estádio de Jamor”, pero el hecho de estar a la puerta colma las expectativas de todos aquellos amantes y seguidores del fútbol del país vecino. Una maravilla que conserva el encanto de tiempos pasados. Recorrer aquello, una experiencia que no creo haber visto en otro evento o lugar.
A continuación, José María me propuso coger el tren y/o hacer turismo en el cercano Barrio de Belém o acercarnos al “Estádio de Restelo”. Evidentemente mi respuesta fue clara.
Tras llegar a la estación lo primero fue ir a visitar el famoso banco que queda de recuerdo en un idílico parque, donde figura la fundación del club de Belém. Esa leyenda grabada de “AQUI NASCEU O C.F. OS BELENENSES 23-9-1919”, que mostraba la importancia del lugar en la historia del fútbol portugués.
Tras la fotografía de rigor para el recuerdo, seguimos camino hasta las cercanías del estadio donde destacaba la presencia de un centro comercial que afeaba el lugar pero que seguramente rendía económicamente al club para la sustentación del mismo. La fachada del local con el escudo en la entrada, lo que le daba cierto aire entre recuerdo hacia lo denostado, y deriva no sé si tan agradable, hacia lo que es el fútbol moderno.
En su lateral las escalas que ascendían a la entrada del templo de Restelo. Templo porque en su entrada figuraban diversas placas grabadas en recuerdo a antiguos jugadores reconociendo y no olvidando la historia de un gran club.

Como por allí estaba abierta la puerta del lugar mientras realizaban labores de mantenimiento diversos operarios, y nosotros como amantes del fútbol y respetuosos de estos lugares como sitios de culto, entramos a observar el fantástico “relvado” donde nos hicimos las oportunas fotos para el álbum del viaje y pudimos ver de primera mano un lugar que te enamora. Por lo que significa deportivamente y por las vistas increíbles que mostraban toda la belleza de la capital portuguesa.
Vimos también ese acceso desde vestuarios al terreno de juego que ha recorrido tantas leyendas y que conservaba el encanto y recuerdo de grandes encuentros.
Disfrutado el momento y tras la invitación para comer y beber una “cerveja” del lugar, el Maestro José María volvió al lugar de la final y yo “lamentablemente” a vivir el encuentro desde la habitación de nuestro alojamiento. Eso sí una parada obligatoria en MBooks de Santa Apolónia donde se encuentran joyas de libros en portugués y en especial de “futebol” por precios súper módicos.
Se echaba la tarde con un ojo en el encuentro de la final del fútbol portugués al amparo del aire acondicionado y con otro ojo en el partido en el que el Real Valladolid conseguía el ascenso a la primera división española. Triunfo para ambos equipos que sigo. Portista que soy desde que visité Porto por primera vez y quedé maravillado del “Estádio do Dragão” y de todo aquello que rodea al equipo de la “Cidade Invicta” y pucelano por mis orígenes.
Ya de madrugada la despedida del que ya considero un Amigo al que le agradezco el haber disfrutado de esta experiencia y al que le deseé todo lo mejor y un rápido encuentro para hablar de lo que nos gusta.
Me esperaban otras tantas horas de viaje empezando por “Santa Apolónia” hasta “Sete Rios” y allí el retorno hasta Viseu, Salamanca de mis amores y final de este viaje en Pucela.
Un día y medio de muchas horas de viaje, pero con una experiencia inolvidable de conocer personas, lugares y muchas horas de lo que nos apasiona que es el futebol portugués.
Por todo ello no me queda nada más que dar las gracias por esta increíble experiencia.
“Obrigado, meu caro José María”.
“Um grande abraço”.